Los niños y niñas son vistos, actualmente, como sujetos autónomos, portadores de necesidades y características específicas. De modo que la niñez es una fase fundamental de la vida que resulta necesario conocer, porque sienta las bases para el desarrollo posterior de un ser individual. Una sesión psicológica con niños, por tanto, se realiza en diversas situaciones clínicas (examen de salud mental, evaluación psicológica, evaluación del desarrollo, investigación de violencia o negligencia, etc.), lo que significa que la forma y el contenido varían en consecuencia.
La primera consideración que se debe hacer es que el sujeto en edad de desarrollo, normalmente, carece de interés y motivación para la sesión. Y es que un niño o niña se somete a una consulta psicológica por decisión de otros (padres, familiares, médico de familia o trabajador social) y pocas veces comprende los motivos.
Una situación desconocida y el encuentro con un adulto extraño pueden asustarlo o simplemente aburrirlo. Es necesario que durante una la sesión psicológica, el profesional en salud mental asuma una actitud flexible y tranquilizadora tratando de estimular el interés del pequeño, haciéndole sentir libre y no juzgado.
A continuación profundizaremos acerca de qué se hace en la primera sesión psicológica con niños.
Te contamos cómo es la primera sesión psicológica con niños
La primera sesión psicológica con niños comienza con una entrevista a los padres, realizándose una anamnesis donde se apuntan los datos del pequeño, desde el día de su natalicio hasta la etapa actual.
En esta visita el experto formula una serie de preguntas para tener una idea de la situación del niño o la niña, y al culminar la sesión, se agendan las visitas posteriores que enmarcan la exploración del peque, con el propósito de hacer el diagnóstico. He aquí donde le verdadero reto para los psicólogos comienza.
Establecer una buena comunicación
El objetivo del especialista es establecer una comunicación auténtica, sin malentendidos ni secretos, basada en un intercambio emocional sincero y positivo y no en defensas. Ello permite que el niño exprese libremente sus dificultades y fortalezca su esperanza y sea ayudado.
Además, a diferencia de los adultos, la información con un niño no se intercambia con lenguaje verbal, puede ser secundaria o completamente inexistente. La razón es simple; Piaget observó la tendencia de los niños de caer fácilmente en la sugestión que los adultos ejercen sobre ellos o, a dejarse llevar por la fabulación, inventando historias por diversión o provocación.
Estas situaciones pueden ser difíciles de reconocer. Por consiguiente, durante una sesión psicológica con niños resulta necesario familiarizarse con las formas comunes de comunicarse de ellos. Sobre todo porque se comunican, incluso, a través del lenguaje no verbal, además, una sesión verbal solo se puede afrontar a partir de los 3-4 años y es difícil y poco fiable hasta los 7- 8 años.
Flexibilidad
La sesión debe realizarse mediante una interacción flexible que, tiene en cuenta desde el primer contacto, la reacción que presenta el niño tanto verbal como no verbal. El psicólogo no debe esperar respuestas precisas e inmediatas a sus preguntas, sino que para obtener información útil deberá recurrir a sus propios recursos personales y observaciones sobre las reacciones del peque.
Durante la visita, el especialista puede encontrar que algunas de las áreas que desea investigar son particularmente delicadas, por lo que debe averiguar si el niño está listo para hablar sobre ellas. Los psicólogos y neuropsiquiatras suelen utilizar técnicas que favorecen los canales de comunicación no verbal, el dibujo y el juego.
El encuentro con el psicólogo puede convertirse en un juego para que la relación entre adulto y niño, se vuelva más íntima y espontánea. Ojo, el juego es simplemente un medio para ponerse en contacto con el niño.
Dibujos
Durante la primera sesión psicológica con niños, se les suele pedir que dibujen a su familia. Esta primera prueba en papel es importante para obtener información reveladora sobre la apariencia de los diferentes miembros de la familia, el orden, las dimensiones, sus inclusiones o sus exclusiones.
Para comprender y ayudar a un pequeño es necesario estudiar su entorno, especialmente el familiar, y muchas veces lidiar con sus problemas. Seguramente cuanto más pequeño sea el niño, más difícil será el trabajo del psicólogo y, por tanto, la posibilidad de encontrar información útil.
Esta información debe referirse principalmente a:
- Datos históricos sobre el desarrollo y enfermedades previas del niño.
- Datos sobre el núcleo familiar del niño, ya que el paciente depende totalmente de los padres.
- Conocimiento de la familia extensa; construir un genograma es una buena manera de facilitar la recopilación de información.
- Resultados de cualquier prueba médica, psicológica u otra recomendada. En casos particulares, se podrá solicitar una o más pruebas.
- Información sobre la conducta del sufrimiento y su ubicación (en el niño, en la familia, en el grupo de amigos, en la escuela).
- Evaluar la significación del trastorno con respecto al equilibrio intrapsíquico del sujeto y al sistema de relaciones familiares y extrafamiliares.
- Evaluar el nivel de desarrollo emocional, cognitivo y físico del niño.
- Considerar la posibilidad de intervención terapéutica inmediata (terapia individual, entrevistas con los padres, terapia familiar, intervención social).
Acompañamiento de los padres
El niño suele ir acompañado a algunas sesiones con su madre o por ambos padres. Generalmente, cuando lo lleva otro familiar o una persona ajena a la familia, se puede esperar un cuadro de sufrimiento o de rechazo familiar, o de abandono o de inadaptación social.
Es importante estructurar las sesiones en tres partes: primero se encuentra el niño con los padres, una segunda vez con el niño solo y una tercera vez (o última sesión) donde se encuentran el niño y los padres o cuidadores.
Hay que tener en cuenta que una sola sesión psicológica con niños rara vez es suficiente para lograr los objetivos. Los cambios del peque durante los encuentros pueden ser utilizados por los padres que trabajarán junto con el psicólogo para cuidarlos. Si la situación familiar no es especialmente grave, en la mayoría de estas consultas terapéuticas, se permite que el peque y los padres descubran el significado de la conducta sintomática, superen el bloqueo emocional y establezcan una relación más adecuada al proceso de crecimiento.
Conclusiones
En una sesión psicológica con niños es necesario que el especialista se centre en crear un rapport. Es decir, que no se enfoque no solamente en crear un clima de confianza, sino también un estado de armonía, comprensión y acuerdo, en el que las personas involucradas desarrollen una relación de simpatía, sentimientos y estima.
La relación es tan difícil de definir como necesaria para el éxito de las sesiones. Y este debe ser el enfoque principal en las primeras etapas más que la necesidad de definir los hechos. Para lograrlo se pueden utilizar medios verbales, pero sobre todo no verbales: un tono de voz cordial y amable con elementos importantes.
Como veréis, en una sesión psicológica con niños no se deben expresar amenazas ni juicios; al principio el experto tiene que aceptar los puntos de vista, las opiniones y estado emocional del peque. Es recomendable tener un esquema, una estructura muy precisa, pero también es importante mostrar flexibilidad y atención a las reacciones del niño a medida que se discuten los diferentes temas.
Finalmente, durante el tratamiento, los papás tendrán una participación activa en algunas sesiones junto al pequeño, porque es una parte indispensable del proceso psicoterapéutico. Por lo general, en la última sesión el psicólogo se reúne con los progenitores para dar un diagnóstico y ofrecer las soluciones.