El miedo es una emoción normal y en pequeñas dosis es adaptativa, ya que incluso nos puede ayudar a ser prudentes e incluso a sobrevivir.
Los miedos en los niños/as vienen y se van y cambian a medida que van creciendo. Varían según la etapa evolutiva y las situaciones que viven.
Los miedos empiezan alrededor del primer año de vida y se presentan con más incidencia de los 4 a los 6 años.
Podríamos hablar de diferentes etapas, aunque las edades son orientativas y depende mucho de cada niño y de su estado madurativo.
Hasta los 3 años más o menos predomina sobre todo la ansiedad de separación, es decir, el miedo a separarse de sus padres o adulto de referencia.
A partir de los 4 hasta los 6 años aproximadamente, los miedos van ligadas al desarrollo cognitivo del niño, donde la imaginación y el mundo fantástico toman protagonismo y por tanto entran en escena los monstruos, la oscuridad, los fantasmas, los seres extraños etc.
A partir de los 6/7 – hasta 11/12 años, los miedos serán ya más realistas, también de acuerdo con su etapa evolutiva. Aquí pueden aparecer los miedos relacionados con la muerte, a hacerse daño, accidentes, médicos, inyecciones, experiencias vitales. Pero también entran en juego otros miedos de tipo más social y que puede afectar a su desarrollo emocional, la autoestima y la autoaceptación. El miedo a no ser aceptado, el miedo a la crítica, a cometer errores, a no suficientemente bueno, a la muerte, a la separación de los padres ante una discusión. Toman más protagonismo las vivencias personales de cada niño/a, pueden anticiparse mucho más a cosas que pueden pasar y por lo tanto esto hace que ya puedan prever y anticiparse a cosas futuras.
Aunque el miedo forme parte del desarrollo de los niños cuando este se vive de forma excesivamente intensa o frecuente es cuando se experimenta la ansiedad o el pánico, el niño/a se bloquea, interfiere en la realización de las actividades de la vida diaria y disminuye su autonomía, (constantes dolor de estómago cada vez que tiene que hacer un examen, dificultad para conciliar el sueño, dormir solo etc.) en ese momento es necesario intervenir para darle herramientas que le permitan gestionar la emociones tanto a ellos como a los padres.