Psicología General Sanitaria Infantil y Juvenil.

La Sobreprotección es Desprotección

¿Qué es la sobreprotección infantil?

La sobreprotección se da cuando se protege al hijo de algo de lo que No necesita protegerse.

Educar a nuestros hijos es una preocupación constante que tenemos los padres y todos queremos hacerlo de la mejor manera posible.

No hay recetas mágicas para ser un buen padre/madre, podemos decir que existen diferentes ingredientes que combinados en su justa medida pueden facilitar la tarea de educar y contribuir en una educación saludable: el cariño y la comunicación, hacer -los sentir amados y cuidados, establecer normas y límites, promover un comportamiento independiente y responsable.

Cómo combinar estos aspectos dependerá de muchos factores, así como de la situación concreta del niño/a, su personalidad, grado de madurez, y sobre todo nuestras propias experiencias, creencias y valores como padres y madres.

Todos los padres somos diferentes ya que aparte de "padres" somos "personas", algunos somos más cariñosos, otros más estrictos, otros necesitamos tenerlo todo controlado. La combinación de estos 3 elementos: cariño, comunicación y control varía de unos padres a otros y por eso podemos hablar de diferentes estilos educativos.

Cuando hablamos de la “sobreprotección infantil” estamos hablando de un estilo, una tendencia o manera de educar a nuestros hijos. Todos podemos sobreproteger a nuestros hijos en algún momento. Nadie pone en duda que un bebé necesita cuidado y, sobre todo protección, ya que no es capaz de valerse por sí mismo, pero esta necesidad de proteger a los hijos puede llegar a ser un problema cuando se convierte en una práctica habitual en la que los miedos de los padres superan, por mucho, al sentido común, teniendo efectos muy negativos en el desarrollo psicoemocional de los niños.

Cómo son los padres sobreprotectores

Los padres con tendencia a sobreproteger a sus hijos y "con la mejor intención de cuidar y proteger" suelen poner pocas normas, dudan de las capacidades y competencias de sus hijos, por eso en ocasiones tienden a ceder a sus demandas y exigencias de forma inmediata y en otras se anticipan a posibles problemas dando la solución o diciendo cómo deben actuar, sin dar espacio a que puedan decidir, pensar o actuar por ellos mismos.

Son padres que se muestran excesivamente preocupados, les quieren evitar cualquier frustración porque no quieren que sufran, cometan errores y/o se equivoquen. Tienden a dar muchas recompensas a cambio de poco esfuerzo, convirtiéndose así en "intolerantes a la frustración, al esfuerzo y la incomodidad".

Intolerantes a la frustración y al esfuerzo

Aunque haya diferencias temperamentales entre los niños/as, ellos no han nacido con una habilidad para tolerar la incomodidad, ésta se aprende continuamente. Tolerar la frustración puede desarrollarse incrementando su presencia en las frustraciones, aceptar la incomodidad ante el malestar, retrasar la gratificación inmediata y realizando lo que uno se resiste a hacer.

No es terrible ni insoportable experimentar incomodidades, y esto se puede educar y aprender. Cuando los niños no consiguen alimentarse de inmediato, o cuando no se les cambia el pañal cuando está mojado, lloran si tardas, son ejemplos de momentos en que comienzan a aprender que la gratificación no siempre es inmediata, y por tanto comienzan a tolerar el retraso entre el deseo y la gratificación de ese deseo.

Tal y como nuestros hijos van creciendo, aumentan las oportunidades de construir su propia tolerancia a la frustración (TF). Cada vez que encuentren un obstáculo en sus metas, y se les anime a trabajar contra ellos, está construyendo su TF.

La sobreprotección fomenta justamente lo contrario, o se anticipa para evitarle el obstáculo o bien se les da todo de forma inmediata y sin esfuerzo.

En resumen, la habilidad para tolerar la frustración se puede aprender y por eso, a menudo se necesita, metas y gratificaciones a largo plazo, ver las dificultades como retos, el valor del esfuerzo y la paciencia, asumir riesgos, autodirección y aceptar la incertidumbre.

¿Qué consecuencias tienen para los niños tener padres sobreprotectores?

Entre padres y niños se produce lo que, en TREC (Terapia Racional Emotiva Conductual) llamamos “causalidad circular”, en la que ambos comportamientos se retroalimentan entre ellos generándose, así, una pauta de interacción disfuncional que puede generar un trastorno emocional y de conducta.

La sobreprotección por un lado, puede fomentar niños ansiosos, temerosos, inseguros, dependientes que piensan "el mundo es peligroso", "tengo que evitar que me pasen cosas malas o terribles" y "yo no soy capaz de hacer frente a este mundo, así que necesito a alguien de quien depender y que me proteja".

Al mostrarse inseguros, temerosos, etc.. los padres reaccionan asumiendo más decisiones, siendo más directivos con ellos y haciendo uso de la crítica por su falta de seguridad y dependencia, lo que refuerza, aún más, sus sentimientos temerosos .

En este caso se genera una complementariedad entre ambos: un activo-otro pasivo, en el que uno de los dos debe cambiar su posición para generar un cambio.

Por otra parte puede fomentar niños “mimados”, “pequeños tiranos” o “Ninis”, que suelen ser furiosos, exigentes, apáticos, perezosos, que "todo debe ser fácil e inmediato", "tengo que conseguir todo lo que quiero y de la manera en que yo quiero", o si no," es demasiado difícil, insoportable, tener que lidiar con este mundo lleno de problemas y dificultades”.

Al mostrarse furiosos o apáticos, etc…. los padres reaccionan de manera exigente con ellos siendo furiosos, críticos, castigadores, o bien, acaban pasando del niño, dejándolo a sus anchas, no haciéndole caso, lo que acaba siendo el mismo modelo de afrontamiento que aprende el niño.

En este caso se genera una simetría entre ambos por lo que se producen escaladas en su interacción: acción-reacción; que pueden ser violentas en algunos casos, en lo que es importante negociar, acordar y asumir responsabilidades para generarlo colaboración.

Niños sobreprotegidos serán adultos.

Insatisfechos, con pocas habilidades para hacer frente a las adversidades del día a día, y con una mochila llena de irracionalidades del tipo: "estoy harto de que las cosas no salgan como yo quiero", "no soporto que me traten injustamente", "Es horrible que no tenga lo que merezco “,” ¿Por qué me va a pasar esto a mí? ” “No puedo soportarlo”. "Esto no debería pasarme a mí". "La vida / la gente / la realidad no debería ser tan dura / injusta". "Si me he esforzado lo tengo, pues me lo merezco".

Son adultos que les cuesta aceptar la realidad, exigen que la vida no les ponga dificultades y que se cumplan todos sus deseos sin coste alguno. Estas irracionalidades pueden llevarles a conductas disfuncionales de victimismo, autocompasión, queja continuada y renuncia, u hostilidad y agresividad.

Límites y sobreprotección

La diferencia entre límites y sobreprotección, es que los límites dan seguridad, nos guían y nos dicen cómo podemos funcionar, comportarnos y que se espera de nosotros. Los límites provienen del deseo, de lo preferible, van acompañados de un estilo educativo flexible y responsable. Sin embargo, cuando se transmiten de forma rígida y se convierten en excesivo control es cuando aparece la sobreprotección, interfiriendo en el desarrollo de nuestros hijos.

No se olvide: La “sobreprotección” es “desprotección”.

¿Cuáles son las causas de la sobreprotección? ¿Cómo hemos llegado a esto?

Detrás de la sobreprotección hay unos padres que como unos “títeres” están controlados por el miedo y la culpa.

Muchos padres encuentran que están ansiosos y temerosos cuando sus hijos comienzan a crecer. Sus pensamientos son alarmistas por cada cosa que les podría ir mal, de los peligros físicos a problemas sociales, trastornos y perturbaciones emocionales. Imaginan todos los peligros que les amenazan en el mundo, e intentan protegerlos para que crezcan sanos y felices.

Los padres creen hacer lo mejor para el cuidado de sus hijos, pero cuando piden que sean perfectos y no tengan defectos, su ansiedad por no fallar “como padres” puede interferir por conseguir su objetivo, conseguir una educación eficiente para los sus hijos.

Los padres temerosos ansiosos y/o culpables no razonan lógicamente, son menos hábiles que los padres tranquilos y que actúan con responsabilidad para resolver problemas. Ellos tienen mayores dificultades para tomar decisiones importantes relacionadas con sus hijos, están tan ocupados tratando de rehuir futuras catástrofes que no disfrutan viendo cómo sus hijos se desarrollan y crecen. Los padres angustiados suelen ser padres muy protectores. Para salvaguardar a sus hijos de incomodidades, les niegan experiencias que les ayudarían a crecer ya ser independientes.

Podemos hablar de estas 4 causas:

-La creencia de que no debemos traumatizar a nuestros hijos y que debemos darles todo lo que necesitan de una manera incondicional: amor, atención, cuidados, etc…

-La pérdida de autoridad en la relación padre-hijos y ambigüedad en el papel de padres. Se confunde la autoridad con autoritarismo y se vuelven "amigos" de sus hijos.

-Vivimos en un mundo cada vez más reforzado por la inmediatez y en el "No esfuerzo" para conseguir las cosas.

-Exigencias perfeccionistas, debemos hacerlo “super bien” como padres. Debemos ser padres perfectos y tener hijos perfectos.

Qué límites debemos ponernos los padres para no convertirnos en padres hiperprotectores

Como padres es conveniente trabajarnos el miedo y la culpa, dos emociones disfuncionales que nos atacan silenciosamente y que van calando poniendo en entredicho nuestras propias habilidades. Ambas son invalidantes no nos dejan ver con claridad. Cuando sobreproteges a tu hijo, aunque te engañas pensando que es lo mejor para él en realidad quien habla y te controla es el “miedo o la culpa”: a hacerlo mal, a que sufra, a que se equivoque ..

Ser padres, en realidad, es una responsabilidad importante, pero es posible ser padres sin estar constantemente asustados. Los padres podemos aprender a estar interesados y comprometidos más que a estar ansiosos, asustados o culpables. En otras palabras, puede aprender a comportarse de forma que le lleve a ser padres más efectivos fomentando el diálogo, la autonomía, el sentido de responsabilidad, la toma de decisiones, estableciendo normas y limite claros, y sobre todo transmitiendo la idea de “confío contigo, tú puedes, inténtalo”

 

Colaboración en el diario digital Crónica Global

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