Psicología General Sanitaria Infantil y Juvenil.

¿Necesitas ayuda con tu hijo? Te explicamos cómo gestionarlo

La infancia es un etapa del ciclo vital en la que el contacto, la intimidad, las caricias y los cuidados son parte de la relación madre-padre e hijo/a. Pero con la llegada de la adolescencia, que metafóricamente es un segundo nacimiento, el/la joven, muy diferente al niño/a cariñoso/a que recordamos, muestra una sana necesidad de desapego de las figuras parentales. Puede que te sientas preocupado/a, sin embargo, este cambio es totalmente normal, de hecho ver esta transformación tan radical te hará preguntarte si necesitas ayuda con tu hijo.

Y es que ahora tienes un joven que se siente cada vez más distante y que pareciese que se avergonzara de ti. La razón: vuestro primogénito está siendo impulsado por su desarrollo físico y cerebral, que ha llegado el momento de “desatarse”, de experimentarse a sí mismo como individuo, separándose de sus progenitores.

¿Cómo intentan los adolescentes desprenderse del apego hacia papá y mamá? Entrando en conflicto por tanto posiblemente necesitas ayuda con tu hijo. En este artículo te explicamos cómo gestionarlo de la mejor manera posible.

¿El adolescente ha entrado en conflicto? Necesitas ayuda con tu hijo

Empecemos por decir que un adolescente en conflicto es una persona normal y sana. Que ahora rompa las reglas prestablecidas, que se sienta independiente, que no quiera compartir con sus padres, que sea atrevido/a con la ropa que usa (luciendo looks que consideres como “inapropiados”)… de cierta forma, son reacciones naturales ante los transformaciones que está atravesando.

Si estos cambios te hacen entrar en crisis emocional, significa entonces que necesitas ayuda con tu hijo. A continuación te enseñamos a gestionar mejor a vuestro primogénito que ya ha entrado en la difícil etapa de la adolescencia:

Más que su amigo sé un referente

Desmontemos el mito de que “mi hijo me lo cuenta todo y somos como hermanos”. Para manejar el conflicto, un atajo podría parecer el de hacerse amigos de los propios hijos e hijas, con la idea de que la educación emocional es un asunto de forjar un buen vínculo, propiciar el diálogo y mantener confidencialidad. Esta percepción no es errónea, pero además de tener una buena relación de amistad con el/la joven, lo que él/ella necesita realmente es contar con figuras parentales de referencia capaces de afrontar y gestionar el conflicto del que es portador/a.

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Mantener la distancia correcta

Conectado al punto anterior, es importante asegurar la propia presencia pero al mismo tiempo debes mantener una distancia con el/la joven para que sienta seguro/a. Es decir, hacerle saber que estás ahí y cuenta contigo, pero es él/ella quien debe averiguar qué persona quiere ser. Se trata de adoptar cada vez más un código educativo ma/paterno, que sepa alentar, orientar y, cuando sea necesario, establecer límites. No comprenderlo es una señal de que necesitas ayuda con tu hijo.

Aprende a seleccionar el momento “adecuado” para hablar

Los adolescentes son particularmente volubles y sensibles. Es parte de la confusión interna y hormonal que deben enfrentar. Se oscurecen en un momento, luego son felices, después se vuelven a entristecer. Aprende por tanto a observar estos momentos y elija cuándo tratar temas o discusiones algo delicadas.

Pregúntate ¿Qué placer sientes al escuchar a vuestro jefe regañarte después de una discusión con vuestra pareja? Es el mismo nivel de tolerancia que tiene vuestro hijo/a adolescente después de discutir con sus mejores amigos. La única diferencia es que el/la joven no tiene la diplomacia que tendría un padre o una madre en este caso.

Negocia con el adolescente

Las tradiciones familiares siguen siendo importantes en esta etapa del ciclo vital, pero también es necesario aprender a negociar algunas reglas reconociendo que el/la adolescente tiene nuevas necesidades.

¿Un ejemplo? El horario de regreso. Él/ella ahora tiene la necesidad de lidiar con su grupo de amigos/as y debemos tener esto en cuenta a la hora de establecer las reglas para volver a casa. En este caso resulta indispensable ser más flexible en determinadas ocasiones, autorizando una salida excepcional, sabiendo, sin embargo, que hay fronteras que vigilar.

Acuerda reglas con tu hijo, no la impongas

Si siempre has impuesto las reglas, necesitas ayuda con tu hijo. Llegar a acuerdos permite crear relaciones más sólidas con los adolescentes. Negocia y procura hacer al chico/a partícipe de la regla que tienes en mente.

De nada sirve mandar y prohibir, estos métodos son arbitrarios e ineficaces, incluso abren paso al enfrentamiento. Es importante intentar responsabilizarlos de sus acciones, estableciendo los límites necesarios, pero negociando con cuestiones que puedan facilitar el desarrollo de su autonomía.

¿Cómo lograrlo? En caso de que tenga problemas con alguna asignatura podríamos empezar por decirle: “Debes compensar tu insuficiencia en biología: ¿Cómo planeas organizarte en los próximos días para poder recuperarte?” El propósito es ayudarle a actuar de forma independiente, sin esperar que ya sepan cómo hacerlo. Aún no son adultos, deben ir acompañados y recibir orientación en este pasaje de la vida.

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Ser padres organizados

Al tratar con un adolescente en conflicto hay que: desprenderse de la idea de que el conflicto tiene solución mágica y entrar en una lógica de organización.

En la práctica, organizarse significa trabajar en equipo entre los padres, tener una buena cohesión educativa entre mamá y papá, acordar reglas y definir procesos compartidos. El conflicto puede llegar a tonos muy amargos, pero si como progenitores tenemos una idea clara del objetivo que nos guía, podemos hacer un frente común y ser efectivos:

  • ¿Cuál es la necesidad de mi adolescente?
  • ¿Qué edad tiene él/ella?
  • ¿Cuáles son las experiencias que necesita para crecer según su edad?

Estas son las preguntas que debes hacerte si necesitas ayuda con tu hijo adolescente para orientar vuestra acción educativa.

Conclusiones

Una de las habilidades más importantes para relacionarse con los adolescentes es ser capaz de manejar los conflictos. Quejarse de sus inconsistencias, su apatía, su desorden o su arrogancia es de poca utilidad. Puede que te desahogues al hacerlo, pero ¿luego qué? Lo más importante es identificar lo que él/ella necesita y no dejar todo en manos de la espontaneidad.

Comprender incluso que necesitas ayuda con tu hijo no siempre es suficiente, hay que implementar estrategias reales para manejar el conflicto con el/la adolescente y sustentarlas con acciones prácticas, que al repetirlas, con el curso del tiempo te ayuden a bajar el tono, salvaguardar vuestra autoestima y fortalecer vuestra la relación con vuestro primogénito.

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