Psicología General Sanitaria Infantil y Juvenil.

PSICOLOGIA INFANTIL

PSICOLOGÍA EN LA INFANCIA

La terapia infantil consiste en una variedad de técnicas y procedimientos orientados a generar el bienestar emocional y social del niño. Es una herramienta que ayuda a los niños que experimentan dificultades con sus emociones y problemas de comportamiento a que aprendan habilidades para resolver estos problemas. Les ayudamos a reconocer y expresar sus emociones, a elaborar sus problemas y a encontrar alternativas saludables

Cada niño es único y tiene su propia personalidad. Nuestro trabajo se centrará en comprender al niño y al entorno que le rodea para ofrecer soluciones a su problema de manera integral y específica.

Aunque la terapia infantil está dirigida esencialmente a los niños nuestro modelo de trabajo incluye el trabajo familiar para ayudar también a madres y padres en la crianza de sus hijos.

Problemas Frecuentes En La Infancia

GESTIÓN DE LAS EMOCIONES

Educar en la gestión de las emociones des de pequeños, permite desarrollar competencias emocionales en nuestros hijos, básicas para la vida y el desarrollo integral de la personalidad.

Muchas veces  nuestros hijos no saben poner palabras a lo que les pasa y su manera de expresar es a través de la conducta. Entranar las emociones permite poner palabras a lo que les pasa y estar en mejores condiciones para afrontar los retos de la vida.

CONTROL DE ESFÍNTERES

El control de esfínteres es un proceso de aprendizaje de los hábitos de hacer pipi y caca y que va asociado a un proceso de maduración nerviosa. Por ello, aunque las edades son orientativas, hay que tener en cuenta el proceso madurativo del niño.

Hacia los 18 meses el niño ya puede anticipar la sensación de pipi e identificar que se siente mojado, pero es a partir de los 2 años cuando comienzan a tener percepción del deseo de hacer pipí y caca, primero de día y más adelante de noche. 

La mayoría de los niños/as consiguen el control diurno entre los 2 y 3 años y sobre los 5 años el control nocturno.

El control de los esfínteres es un momento del desarrollo de nuestros hijos que requiere de un ambiente tranquilo y relajado.

No existe una edad exacta para retirar el pañal, debemos tener en cuenta la madurez biológica y psicológica del niño/a, pero si lo hacemos correctamente en el tiempo, lo que hacemos es estimular las funciones cerebrales, con lo cual el niño ejercerá más el sistema nervioso.

Los trastornos asociados a la falta de control de los esfínteres son la enuresis (control del pipi) y la encopresis (control de la caca). Aunque suelen desaparecer de manera espontánea, es un tema que no se debe ignorar. Es necesario una valoración exhaustiva tanto a nivel médico como psicológico para determinar las causas y sobre todo no ridiculizar ni castigar al niño/a

ENURESIS

La enuresis es la realización no voluntaria de orina durante el día y/o durante la noche, más allá de los 4 o 5 años, etapa en la que el niño/a ya está preparado.

Principales factores:

Problema físico. Primer elemento que hay que descartar.

Introducción del hábito antes de la etapa recomendada.

Factores psicológicos. Elementos que pueden interferir emocionalmente al niño como el nacimiento de un hermano, proceso de separación de los padres ….

Factores hereditarios.

Ciclo del sueño muy profundo.

Puede ir asociado a otros trastornos o malestares emocionales.

ENCOPRESIS

La encopresis consiste en que el niño hace caca de manera repetida o involuntaria, en lugares que no son adecuados, a una edad en la que se espera que ya haya un control, es decir más allá de los 4 o 5 años.

Principales factores:

Un mal hábito de aprendizaje. Exigir el control antes de tiempo o demasiado tarde.

Estreñimiento crónico

Puede ir asociado a otros trastornos o malestares emocionales

RABIETAS INFANTILES

Las rabietas infantiles son una expresión emocional que suelen aparecer a los 2 o 3 años. Las rabietas son una parte normal del desarrollo de un niño. Son la forma que tienen los niños pequeños de mostrar su malestar o su frustración. 

Son la forma que tienen los niños pequeños de mostrar su malestar o su frustración.

Su forma va cambiando según la edad y varían en intensidad y frecuencia según la personalidad del niño/a. Algunos niños tienen rabietas a menudo, y otros que solo las tienen muy de vez en cuando.

Como padres nos dejan desarmados, sin saber como responder y con la sensación que nuestro hijo/a tiene un mal comportamiento, nos desautoriza y desafía, hecho que nos preocupa y nos genera mucha frustración.

Por eso la intervención va dirigida especialmente a los padres, para aprender a gestionar mejor estas situaciones.

PROBLEMEA PARA DORMIR

Muchos de los problemas que los niños tienen mientras duermen están relacionados con hábitos irregulares de dormir o con la ansiedad de irse a la cama y quedarse dormidos. Problemas persistentes al dormir pueden ser síntomas de dificultades emocionales.

La “ansiedad por la separación" forma parte de una etapa crucial en el desarrollo infantil. Para todos los niños pequeños, la hora de acostarse es la hora de la separación. Algunos niños hacen todo lo posible por evitar la separación a la hora de acostarse. 

Sin embargo, para ayudar a minimizar estos tipos comunes de problemas al dormir, los padres deben establecer rutinas consistentes y regular la hora de acostarse y las rutinas de dormir para los niños.

Las pesadillas son relativamente comunes durante la infancia a sí como los terrores nocturnos, el sonambulismo y el hablar dormido.

Afortunadamente, a medida que madura, el niño generalmente supera los problemas comunes del dormir, así como los desórdenes más severos, sin embargo, si los problemas persisten es importante intervenir para establecer unas pautas más saludables.

PROBLEMAS DE CONDUCTA

Los trastornos de conducta son un conjunto de comportamientos, de formas de actuación diversas, que no siempre son entidades clínicas definidas, que tienen como elementos comunes: molestar a otros y/o romper las normas sociales aceptadas.

Algunas de las conductas que se dan en este tipo de trastorno (agresividad, oposición, desobediencia y desafío) se encuentran a menudo en la población infantil como parte de su desarrollo. Por eso podemos decir, que no resulta extraño encontrar conductas desafiantes o de oposición a lo largo de un ciclo evolutivo «normal" de cualquier niño y en la mayoría de los casos, si no hay factores de riesgo añadidos, la propia educación de los padres y otros agentes socializadores como la escuela, suelen reconducir estas manifestaciones hacia conductas más normalizadas.

Sin embargo, hay un grupo de niños/as en los que esta conducta es perseverante en el tiempo y presenta una magnitud o frecuencia que no se corresponde con lo que es esperado por su edad o cultura. Es, entonces, cuando podemos estar ante un trastorno clínico.

Las alteraciones en la conducta y / o comportamiento, a menudo aparecen asociadas a otros trastornos (TDAH, Trastorno oposicionista desafiante, retraso mental) o como señales de alarma en trastornos de aprendizaje, depresión infantil, y / o ansiedad.

Por eso es importante hacer un buen análisis, detectar las causas de las conductas disruptivas y realizar una intervención precoz.

AUTOESTIMA YI AUTOACCEPTACIÓN

La aceptación de uno mismo es muy importante ya que este es el motor para tener una vida plena y saludable.

La baja autoestima y/o la no autoaceptación se manifiesta a través de diferentes comportamientos y sentimientos como la timidez, el miedo, la angustia, la tristeza, la inseguridad, la excesiva dependencia del adulto y la tendencia a no realizar alguna actividad académica, deportiva o social por miedo al fracaso y/o al rechazo así como mentir y culpar a los demás de sus errores y mostrar conductas agresivas.

Un niño/a con buena autoaceptación de sí mismo muestra deseo de superación, afronta retos, se responsabiliza de sus actos, muestra confianza en sí mismo y sus capacidades y establece interacciones positivas con los demás.

Es muy importante detectar los síntomas y valorar la percepción que el niño/a tiene de sus vivencias y experiencias con relación a los diferentes ámbitos: académico, social, familiar y sobre la imagen que tiene de sí mismo.

Intervenir lo antes posible hará que como padres podáis ayudar a vuestros hijos a desarrollar un buen concepto de ellos mismos.

MIEDOS

El miedo es una emoción normal y en pequeñas dosis es adaptativa, ya que incluso nos puede ayudar a ser prudentes e incluso a sobrevivir.

Los miedos en los niños/as vienen y se van y cambian a medida que van creciendo. Varían según la etapa evolutiva y las situaciones que viven.

Los miedos empiezan alrededor del primer año de vida y se presentan con más incidencia de los 4 a los 6 años.

Podríamos hablar de diferentes etapas, aunque las edades son orientativas y depende mucho de cada niño y de su estado madurativo.

Hasta los 3 años más o menos predomina sobre todo la ansiedad de separación, es decir, el miedo a separarse de sus padres o adulto de referencia.

A partir de los 4 hasta los 6 años aproximadamente, los miedos van ligadas al desarrollo cognitivo del niño, donde la imaginación y el mundo fantástico toman protagonismo y por tanto entran en escena los monstruos, la oscuridad, los fantasmas, los seres extraños etc.

A partir de los 6/7 – hasta 11/12 años, los miedos serán ya más realistas, también de acuerdo con su etapa evolutiva. Aquí pueden aparecer los miedos relacionados con la muerte, a hacerse daño, accidentes, médicos, inyecciones, experiencias vitales. Pero también entran en juego otros miedos de tipo más social y que puede afectar a su desarrollo emocional, la autoestima y la autoaceptación. El miedo a no ser aceptado, el miedo a la crítica, a cometer errores, a no suficientemente bueno, a la muerte, a la separación de los padres ante una discusión. 

Toman más protagonismo las vivencias personales de cada niño/a, pueden anticiparse mucho más a cosas que pueden pasar y por lo tanto esto hace que ya puedan prever y anticiparse a cosas futuras.

Aunque el miedo forme parte del desarrollo de los niños cuando este se vive de forma excesivamente intensa o frecuente es cuando se experimenta la ansiedad o el pánico, el niño/a se bloquea, interfiere en la realización de las actividades de la vida diaria y disminuye su autonomía, (constantes dolor de estómago cada vez que tiene que hacer un examen, dificultad para conciliar el sueño, dormir solo etc.) en ese momento es necesario intervenir para darle herramientas que le permitan gestionar la emociones tanto a ellos como a los padres. padres.

ANSIEDAD

La ansiedad es una respuesta de miedo intenso, preocupación y / o inquietud que expresa respuestas fisiológicas (sudoración, palpitaciones, respiración acelerada), cognitivas (preocupación, inseguridad, sensación de incapacidad …) y conductuales (conductas de evitación, movimientos descontrolados, paralización motora ..)

En la infancia podemos encontrar trastornos de ansiedad asociados a: la ansiedad por separación, miedos y fobias (en la escuela, a los animales, a la oscuridad, a cometer errores, al rechazo etc ..).

Las personas más cercanas al niño/a tienen un papel importante en la prevención de los trastornos relacionados con la ansiedad. Los padres y educadores pueden disminuir el impacto de las situaciones o eventos vitales estresantes que vive el niño y pueden educarlo para potenciar sus recursos personales promoviendo nuevas experiencias y fomentando hábitos de vida saludables.

Al trastorno de ansiedad podemos encontrar aspectos asociados como el miedo y la timidez excesiva que nos pueden servir, también como indicadores de alerta.

LA TIMIDEZ

A menudo la timidez no es más que una reacción de la persona a una serie de interpretaciones cognitivas que generan miedo y ansiedad. Miedo al rechazo, miedo a equivocarse, emoción que puede que reconozcamos más como vergüenza.

El niño tímido suele ser una persona tranquila, callada, temerosa, prudente con tendencia a evitar situaciones incómodas y/o consideradas de peligro, no se identifica como una persona que cause problemas y por lo tanto tampoco se considera que pueda necesitar ayuda profesional.

Hay que explorar si este aspecto interfiere el desarrollo social, personal y académico del niño y si es así, llevar a cabo un trabajo psicológico individual y de asesoramiento a la familia y en la escuela para adquirir las herramientas necesarias que permitan afrontar sus miedos.

PERFECCIONISMO E INSEGURIDAD

A veces podemos pensar que ser perfeccionista es una cualidad cuando en realidad es una debilidad de nuestra manera de ser. El perfeccionismo está relacionado con la ansiedad y la autodesvalorización. 

Los niños perfeccionistas a menudo se exigen tanto  que no se permiten cometer ningún error. En realidad, tienen mucho miedo a equivocarse. Esto hace que aparezcan inseguridades y a la hora de realizar una tarea inviertan mucho tiempo por miedo a no dejarse nada, les cuesta distinguir entre lo que es importante y lo que no, necesitan tener tanto control de la situación que en realidad se descontrolan, hace que no sean resolutivos, se bloqueen, pierden el tiempo evitan o bien procrastinan el trabajo por inseguridad de hacerlo mal.

Es importante dar herramientas para que aprendan a disminuir su nivel de autoexigencia y afronten sus errores de una manera más saludable.

DEPRESIÓN

La sintomatología depresiva puede venir determinada por la interacción de diferentes factores tanto biológicos, genéticos, sociales y familiares.

Un estado de ánimo bajo en los niños puede manifestarse a través de múltiples síntomas que pueden enmascarar una disfunción en su desarrollo psicoemocional.

Hay que realizar una buena exploración de todos estos factores para poder determinar el origen de la inestabilidad emocional que presenta nuestro hijo/aa.

Síntomas de alerta:

Cambios bruscos en el estado de ánimo (pasa del buen humor al mal humor con facilidad)

Irritabilidad (enfada fácilmente)

Hipersensibilidades (llora con facilidad)

Con frecuencia realiza atribuciones negativas sobre él mismo (soy inútil, no sirvo para nada, nunca me suerte nada bien).

Expresa deseos de muerte

Tentativas de suicidio

Manifiesta conductas agresivas (se pelea a menudo, no tiene respeto a la autoridad etc.)

Presenta alteraciones en el sueño (dificultades para conciliar el sueño, le cuesta despertarse por la mañana)

Se observan cambios en el rendimiento escolar (dificultades de atención, disminuye el esfuerzo habitual para hacer las tareas, pérdida de interés)

Deterioro de las relaciones interpersonales (se muestra menos simpático, disminuye la participación en los diferentes grupos sociales, deterioro de la relación con los demás)

Somatizaciones físicas (dolor de estómago, dolor de cabeza)

Pérdida de la energía habitual (se muestra más cansado / a, no muestra interés para realizar actividades)

Disminución del apetito

TOC

El Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) es un trastorno que se caracteriza por pensamientos, impulsos o imágenes persistentes (obsesiones) y comportamientos o actos repetitivos (compulsiones) que a menudo se realizan como respuesta a una obsesión.

Las obsesiones: son representadas por ideas, pensamientos, impulsos o imágenes persistentes intrusivas y sin sentido. La persona intenta ignorar, suprimir o neutralizar las obsesiones con algún otro pensamiento o acción.

Las compulsiones: son comportamientos repetitivos que aparecen decididos e intencionales como respuesta a una obsesión. El comportamiento se dirige a neutralizar o prever algún evento desastroso. (Lavarse las manos, contar, comprobar, llamar la atención ..)

Estas obsesiones y/o compulsiones causan malestar e interfieren en el desarrollo, adaptación y funcionamiento de los niños. A menudo el TOC afecta a las relaciones familiares y el rendimiento escolar.

Hay que tener en cuenta que es frecuente encontrar la presencia de rituales obsesivos normales en la infancia. Por ello se considera importante realizar una buena exploración para poder determinar el origen de la sintomatología presentada y realizar una intervención precoz tanto a nivel individual con el niño/a como con su familia.

TDAH

El Trastorno por déficit de atención e hiperactividad es un trastorno de origen neurobiológico que interfiere en la conducta y capacidad de adquisición de los aprendizajes de los niños/as que lo padecen.

Es a partir del 6/7 año cuando se puede realizar un diagnóstico definitivo. En etapas anteriores, si bien ya se pueden observar algunas señales de alarma propias del TDAH, hay que tener en cuenta que algunos de estos síntomas se consideran evolutivamente normales en el desarrollo de los niños.

El TDAH puede ir asociado a trastornos de aprendizaje y / o de conducta. Es por ello que para poder determinar el diagnóstico es necesario realizar una buena exploración del niño tanto a nivel psicológico como psicopedagógico así como recoger toda la información pertinente del ámbito familiar, académico y social.

Principales síntomas:

Déficit de atención Impulsividad Hiperactividad Motora

-Suelen perder muchas cosas

-Dificultad en planificar tareas

-Se distraen con cualquier cosa

-Se olvidan de anotar los deberes en la agenda

-No entregan los deberes y trabajos el día que toca

-La presentación del trabajo es descuidada (olvidan del nombre, fecha, título, no respeta los márgenes etc.)

-En el aula pasa desapercibido o se les considera como alumnos poco inteligentes y vagos.

-Actúan sin pensar

-Les cuesta esperar el turno

-Suelen interrumpir juegos o conversaciones

-Deseo-actúo

-Responden de manera precipitada

-Poca conciencia del riesgo

-Baja tolerancia a la frustración

-Movimientos constantes de manos y pies

-Se levanta constantemente

-Le cuesta jugar con actividades tranquilo

-Habla mucho, no calla

-Parece que lleve un motor

Cuando predomina la conducta impulsiva e hiperactiva a menudo se observan conductas disruptivas y manifestaciones de agresividad tanto en el aula como en el ámbito familiar. En estos momentos  es muy importante que tanto la familia como la escuela pida ayuda profesional.

El TDAH requiere de una intervención psicoemocional, psicoeducativa y farmacológica.

Intervención psicoemocional: para proporcionar estrategias que permitan ayudar a los niños y adolescentes a desarrollar su capacidad de autocontrol, gestionar y controlar las emociones disfuncionales y entrenar las habilidades sociales.

Intervención psicoeducativa: Hay que realizar una reeducación psicopedagógica para estimular las áreas cognitivas afectadas (atención, concentración) así como proporcionar las estrategias necesarias (entrenamiento en autoinstrucciones, hábitos de estudio etc.) que les permita afrontar los aprendizajes académicos.

Intervención farmacológica: si se considera oportuno y por prescripción médica

PANTALLAS

Los dispositivos tecnológicos dominan y están muy presentes en las vidas de muchos niños pequeños, y en consecuencia han alterado de manera significativa la infancia.

Establecer límites en el tiempo que los niños pequeños pasan con las tecnologías y las pantallas es tan importante como filtrar el contenido.

La sobre exposición a las actividades digitales está vinculada a una serie de problemas como, la obesidad infantil, trastornos del sueño y aprendizaje, la capacidad de atención y problemas sociales.

HÁBITOS Y RUTINAS DE ESTUDIO SALUDABLES EN LOS NIÑOS

El estudio es importante y los padres debemos enseñar a nuestros hijos ha hacerlo bien.

Más allá de la inteligencia, los hábitos de estudio son esenciales para alcanzar un buen rendimiento académico. Sin embargo, también es una de las principales batallas que tenemos los padres.

No obstante, es nuestra tarea instaurar una rutina de estudio en casa, explicarles la importancia de ese esfuerzo y motivarlos, por ello la intervención puede ayudar tanto a los padres a saber como ayudarles, como a los niños para que adquieran habilidades en la gestión y organización de su tiempo de estudio.

BAJA TOLERANCIA A LA FRUSTRACIÓN

Aunque existan diferencias temperamentales entre los niños, ellos no han nacido con una habilidad para tolerar la incomodidad, ésta se aprende continuamente.

Tal como los niños van creciendo, ven aumentar las oportunidades de construir su propia tolerancia a la frustración (T.F). Cada vez que encuentren un obstáculo en sus metas, y se les anime a trabajar contra ellos en dichas situaciones, estáis construyendo su T.F.

Las habilidades para tolerar la frustración se pueden aprender y a menudo se necesita para lograrlo metas a largo plazo.

DIFICULTADES EN LAS RELACIONES SOCIALES

Saber desarrollarse socialmente y entender la relación con los demás es necesario para tener una vida emocionalmente sana.

Las Habilidades Sociales es la manera que tenemos las personas de interaccionar y relacionarse con los demás y son imprescindibles para que los niños/as se adapten al entorno en el que viven, habilidades que más adelante les permitirán desenvolverse en el mundo social.

Estas habilidades están formadas por un amplio abanico de ideas, sentimientos, creencias y valores que son fruto del aprendizaje y la experiencia y que inciden en las actitudes y conductas que tenemos las personas a la hora de interaccionar con los demás.

Los niños/as con dificultades en las relaciones sociales:

Tienen dificultades para expresar deseos y opiniones

Manifiestan problemas de autoestima.

Se muestran tímidos. Dificultades para relacionarse con los demás

Pueden mostrar dificultades académicas por miedo a preguntar

Muestran malestar emocional

Un trabajo basado en las habilidades sociales permite desarrollar las capacidades necesarias para afrontar con éxito las relaciones con los demás y mejorar la autoestima de los niños/as.

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