¿Vuestro hijo o hija pequeña es difícil para comer? ¿Se niega a probar alimentos nuevos y solo quiere alimentos que ya conoce o le gustan? ¡Es totalmente normal! Lidiar con un niño o niña de estas características, sin embargo, requiere muchísima paciencia, porque normalmente hará que la hora de comer se conviertan en un momento estresante para toda la familia.
Afortunadamente, existen algunos consejos de Psicología para la hora de comer con niños, que puedes poner en práctica hasta conseguir resultados positivos. Eso sí, de manera paulatina.
Es bueno, por un lado, ser un poco exigente con lo que comes. Porque, si un niño o niña comiera de todo y cualquier cosa, correría el riesgo de enfermarse por alimentos que podrían estar podridos. Por el otro, si nuestro primogénito lleva este problema de no querer comer casi nada, a niveles extremos, podría tener dificultades para consumir suficientes calorías.
Terminaría, por tanto, con un peso inferior al normal, de hecho, podría desarrollar deficiencias nutricionales al no comer suficiente variedad de alimentos. Es precisamente por este motivo que queremos compartir algunos consejos de Psicología infantil para la hora de comer con niños.
Consejos de Psicología para la hora de comer con niños
Comer es una habilidad, como cualquier otra. Algunas habilidades son fáciles de aprender, otras toman más tiempo, incluso pueden requerir la ayuda de un profesional para adquirirlos. Existen, sin embargo, dos principios para facilitar el aprendizaje en cualquier caso: 1) Haz un cambio a la vez, 2) Cuando hagas un cambio, hazlo gradualmente.
Partiendo de estas premisas recomendamos que prestes atención a estos consejos de Psicología para la hora de comer con niños:
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Relájate y crea un buen ambiente
Relajarte no es laxitud sino sana benevolencia y respeto por las necesidades reales del niño. Muchas veces tendemos a preocuparnos o pensar que si nuestro o hija no quiere comer es porque no le gusta nuestra comida. Nuestra necesidad de reconocimiento queda, por tanto, insatisfecha. Pero no se trata de eso en absoluto.
Tomémonos un momento para respirar y no nos dejemos atrapar por nuestros juicios erróneos. El niño y la niña comerá mucho mejor si la atmosfera es tranquila y relajada. Creemos un buen ambiente. Reír, conversar, sonreír, cantar, hacer muecas,… son ideas para forjar un ambiente ligero propicio para una comida alegre.
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Sugiere un momento de abrazos antes de la comida
El contacto físico afectivo y tierno reduce el estrés de los padres y el niño. Además, estos abrazos suavizan las relaciones y fortalecen la confianza mutua. ¡Vamos, abracémonos a nuestros hijos antes de comer!
Después de este acto de cariño y afecto, el niño o niña también puede expresar sus emociones. Si ha sentido ira o tristeza antes de cada comida, esta verbalización será beneficiosa para desbloquear la emoción que suele quitarle las ganas de comer.
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Presentar los platos con delicadeza y serenidad
¡Cuando se obliga, hay que esperar resistencia! Al proponer, el niño o niña elige y se involucra en su acción. Esto lo empodera, lo pone en contacto con sus sentimientos y lo hace ganar autonomía. Tenga en cuenta, sin embargo, que proponer una vez no es suficiente. Son necesarias entre 6 y 10 veces de media (siempre con calma y cordura).
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No lo obligues
Obligar siempre lleva intrínseca una pequeña dosis de estrés que desconectará al niño de sus sentimientos. Tendrá, por tanto, menos ganas de probar lo que le ofreces. Además, la afluencia de emociones desagradables se asociará con el recuerdo de la comida y desencadenará repeticiones de este escenario de oposición.
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Evita usar etiquetas despectivas
Catalogar a vuestro hijo como un “niño que no come” o “que no le gusta nada”, crea una creencia que eventualmente se convierte en realidad… y que podría perseguir a vuestro peque durante buena parte de su vida.
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Fomenta la autonomía
Según la edad del niño, sugiérele que ponga los cubiertos o vasos en mesa, saque el pan, sirva el jugo… o que simplemente coma como quiera.
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Adapta las horas de las comidas
Puede que el hambre no esté presente en absoluto a la hora de las comidas tradicionales. En este caso, vuestro hijo o hija puede comer más tarde. Un niño permanece muy atento a sus señales de hambre y saciedad. Instintivamente, absorbe la cantidad que su cuerpo necesita para crecer bien.
Sus necesidades, propias variarán día a día en función de sus picos de crecimiento, sus estados de fatiga, sus virus a combatir, etc. Si ha comido poco en el almuerzo, se pondrá al día espontáneamente a la hora de la merienda o en la tarde, en casa. Además, no olvidemos poner en perspectiva la cantidad ingerida con su pequeño peso y pequeño tamaño.
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Deja que coma con los dedos
Algunos niños y niñas comen con menos entusiasmo cuando un adulto lo obliga, incluso con un cubierto en específico. Nuestros peques necesitan descubrir la comida, al igual que el resto de su entorno, armados con sus cinco sentidos y sus diez deditos.
Esta exploración multisensorial espontánea de los alimentos les permite conocerlos mejor. No es un juego para ellos, sino una necesidad. Los niños pequeños, además, no siempre logran categorizar los elementos de su entorno y diferenciar lo que tienen derecho a tocar con las manos, a probar, y lo que está destinado exclusivamente a comer con cuchara.
Estrategias para niños pequeños con aversiones a la comida
Considera aplicar estrategias de juego con alimentos basadas en los sentidos que ayuden al niño a acostumbrarse a las experiencias sensoriales de los alimentos. He aquí algunos ejemplos
- ¿La comida causa una fuerte reacción visual? Juega al escondite con una toalla. Se pueden tolerar pequeños destellos de comida y, con el tiempo, la interacción visual con la comida se puede prolongar.
- ¿Es un problema tocar los alimentos o las texturas de los alimentos? Coloca alimentos en bolsas de plástico y dibujar letras o formas es un enfoque que puede ser efectivo. Usar un objeto como un vegetal en forma de palito para tocar o manipular alimentos desconocidos.
- ¿A vuestro hijo le gusta la comida en una sola forma? Considera prepararla de otra manera. Si no le gustan los huevos duros, por ejemplo, prueba haciéndolos de otra forma, como revueltos, escalfados, etc.
Conclusiones
Es normal que un niño o niña prefiera ciertos alimentos a otros. Sus comidas favoritas suelen ser las que mejor conoce, porque le tranquiliza y, por tanto, no se arriesga. Ahora, para que le gusten más alimentos a medida que crece, debe tener la oportunidad de conocer varios de ellos. Diversificar el menú del peque es un deber de los padres para ayudarlo a descubrir otros alimentos.
Al tener regularmente delante de él/ella nuevos alimentos o aquellos que le gustan menos, vuestro hijo o hija aprenderá poco a poco a conocerlos. Es importante dejar que explore estos nuevos alimentos a su propio ritmo, sin obligarle a comer.
Eso sí, ofrécele solo un alimento nuevo a la vez y siempre coloca al menos un alimento que le guste en la mesa. Ojo, no lo obligues a probarlo, porque asociará la comida con una emoción negativa.